lunes, 21 de marzo de 2011

Tras la semana blanca

Hoy ha empezado una nueva semana, pero yo quiero centrarme en la que terminó ayer. Y, ¿por qué? Pues porque fueron siete días muy blancos, especialmente el miércoles y el sábado…

¡Qué bien suena el himno de la Champions en el Bernabéu! Y seguirá sonando, al menos un partido más, el de la ida de los cuartos de final ante el Tottenham. Por fin, y tras siete años, los blancos han conseguido pasar de octavos en la competición europea por excelencia.

Ya sólo quedan tres obstáculos en el camino hacia la décima: el equipo inglés en cuartos, el Barça o el Shakhtar Donetsk en semifinales y la final contra Manchester, Inter, Chelsea o Schalke 04. Pero, por favor, vayamos paso a paso, que las prisas no son buenas y el cuento de la lechera puede hacerse realidad.

En el partido del miércoles el Madrid salió desde el minuto uno presionando, no a defender el cero a cero, por si a alguien del Lyon le quedaba alguna duda. Marcelo estuvo de nuevo muy acertado, tanto que marcó el primer gol, un golazo. El mejor de su carrera, probablemente.

Benzema estuvo muy activo, y marcó otro golazo, por debajo de las piernas del portero francés. Éste era el séptimo gol en cinco partidos de Karim, que, con éste, sumaba seis goles en siete partidos en la Champions, más que Cristiano Ronaldo, que forzó para jugar y los 70 minutos que estuvo en el césped los aprovechó bien, pero se notaba que todavía estaba tocado.


Benzema pudo hacer alguno más, pero en esta ocasión el tercero de la noche y de la primera victoria del Madrid sobre el Lyon lo puso Di María, y con éste llegaron los ‘olés’ en el fortín blanco con cada toque, con cada pase de los jugadores de Mourinho, que siguieron presionando y buscando más goles. ¡Qué cambio de mentalidad ha traído el técnico luso a este grupo! Y como mejor dato: el Madrid es el único equipo de la Champions que no ha encajado ningún gol en casa. ¡Y esperemos que siga así!

Y para culminar la semana blanca y ese esperadísimo pase a los cuartos de la Champions, el sábado el Madrid volvió a ganar al derbi ante el Atlético de Madrid, y ya van 21: con otro gol de Benzema, ocho en seis partidos seguidos; con un gran Casillas que salvó al equipo en más de una ocasión con sus intervenciones; y con un gol del mago Özil, cuando más estaban haciendo los hombres de Quique Sánchez Flores por empatar…

Pero es que, a veces, la fortuna también viste de blanco.

domingo, 13 de marzo de 2011

No estaban muertos…y tampoco de parranda

Siempre he sido una enamorada de la música, pero sólo de la buena música. Y hoy me ha venido a la cabeza ese temazo del grande de la rumba catalana, Peret, el tan conocido ‘El muerto vivo’, y esa pegadiza letra: “Todos lo dieron por muerto…y no estaba muerto, no, no, estaba tomando cañas, lerelere…No estaba muerto, estaba de parranda...”. Seguro que les suena, ¿verdad?

Y he recordado esta canción por dos a los que, en ocasiones, se les ha dado por muertos…futbolísticamente hablando: Karim Benzema y Raúl González Blanco. Sobre el francés, a día de hoy, ésta es la ecuación merengue: 2+2+2 = Benzema. Porque Karim suma de dos en dos, tres dobletes en tres partidos seguidos. Algo que en siete años sólo han conseguido los últimos dos Balones de Oro: Cristiano Ronaldo y Messi. ¿Será ésta una premonición?

En el partido ante el Hércules, el de Lyon marcó dos nuevos goles: el primero a pase de Arbeloa, que recibe del ‘mago’ Özil, y el francés no perdona delante del portero alicantino; y el segundo, tras un pase largo del gran Di María. El resto lo hizo todo Karim: la carrera, el regate y el golazo.

Benzema ahora es ‘Karim Palomo, yo me lo guiso yo me lo como’: lidera el ataque, pide a sus compañeros movilidad y ejecuta de maravilla. Como dijo Mourinho tras el partido: “Benzema está haciendo cosas que no hacía nunca”. Y que siga así mucho tiempo, y, sobre todo, que los madridistas lo veamos y lo disfrutemos.

En cuanto a Raúl, ¿qué decir del eterno siete? En los últimos años muchos le habían matado y enterrado, pero el Gran Capitán sigue más vivo que nunca y, como no, sigue siendo el más listo de la clase, el pillo. En el último partido con el Schalke se escondió detrás del portero y cuando éste iba a sacar en largo se metió en medio, provocando que el cancerbero lo derribara y creando un penalti, que después transformaría otro español, Jurado, contribuyendo a la victoria del conjunto minero. Si es que sabe más el diablo por “viejo” que por diablo…La pillería no se va perdiendo con los años, más bien se va acentuando. ¡Grande Raúl!

Así que Benzema no estaba muerto ni de parranda. Simplemente estaba trabajando, se estaba preparando en la sombra para su resurgir, como el Ave Fénix. Al igual que Raúl, que va camino de su cuarta Champions, aunque sin la camiseta del Madrid, pero con el escudo blanco en el corazón. ¡Qué bonita sería una final Real Madrid-Schalke 04! Pero vayamos paso a paso: la piel del oso sólo se vende cuando se ha cazado. Ahora toca pensar en la vuelta de los octavos ante el Lyon.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Una de diccionario...futbolístico

Si buscáramos el significado de la palabra ‘partidazo’, sin lugar a dudas encontraríamos el Rácing de Santander-Real Madrid del domingo. Aunque más bien fue el partidazo que se echaron los de Mourinho, demostrando que también saben jugar al toque, sobre todo en la primera parte. ¡Sublime! Muchos dicen que fue el mejor partido del Madrid en lo que va de temporada…

Aunque eso conlleve que se esté debatiendo si los blancos juegan mejor sin Cristiano Ronaldo. Y yo tengo la respuesta, al menos la mía: simplemente juegan diferente. Dos sistemas tácticos distintos, adaptado cada uno a lo que ofrecen los jugadores que están en ese momento en el campo. Por ejemplo, en Santander, Mourinho se olvidó del músculo para crear fútbol. Por eso dejó a Alonso como único pivote y reforzó el centro del campo con Granero. ¡Todo un acierto!

Así que no fue un partidazo porque no estaba Cristiano Ronaldo, sino por esa gran conexión de Xabi Alonso con Granero, y, como no, por Özil, que creó, hizo su juego, ofreció su clase y deleitó. Todas las acciones pasaban por él, porque ve el fútbol como nadie, especialmente en la jugada del primer gol del Madrid, esas tres paredes que inventaron el alemán, Benzema y Adebayor, y el pase de la muerte sin mirar. ¡Ahí queda eso!


Y, ¿qué pasaría si buscáramos ‘palo’ en el diccionario? Pues que además de las acepciones normales también encontraríamos las quince veces que el Madrid ha estrellado el balón en el larguero o el poste en lo que va de Liga. En Santander fueron dos más: una falta de Xabi Alonso y un derechazo de Benzema.

Menos mal que en esta ocasión no nos tendremos que acordar de los palos, porque se consiguieron los tres puntos. Ni tampoco del penalti que falló Adebayor, en solidaridad con Pinillos, que erró uno previamente. El domingo no queríamos los goles de penalti, o eso debieron creer ellos. “Debemos currárnoslo un poco más”, pensarían.

Y si buscamos la palabra ‘sorpresa’ aparecería mi cara con la boca abierta, porque es lo que me provoca la soberbia mejoría que ha experimentado Benzema desde que llegó Adebayor al Madrid. ¡Dos dobletes en dos partidos, en tres días! Me deja sin palabras, aunque eso es lo que llevaba esperando desde que Florentino se lo trajo de Lyon. Ha valido la pena la espera. Y que siga así, que todavía queda mucho por delante.

sábado, 5 de marzo de 2011

El “séptimo” de caballería

Recuerdo cuando a principio de temporada, más o menos a finales de septiembre, José Mourinho, ante la continuidad de su equipo de no marcar goles (Mallorca y Levante), o hacer sólo un tanto (Osasuna) o dos (Real Sociedad), y errar ocasiones cantadas, dijo sabiamente: “Algún día alguien pagará todo lo que estamos fallando”, y así llegaron las goleadas: al Deportivo de la Coruña en casa (6-1), al Málaga en La Rosaleda (1-4) y al Rácing de Santander en el fortín blanco (6-1).


Yo creo que Mourinho volvió a decir esto, o al menos volvió a pensarlo -tras empatar a cero en Riazor-, visto lo visto el jueves en el Bernabéu: la goleada que el Madrid endosó al Málaga. ¡7-0!. Aunque esto no es nuevo. Todos sabemos que Cristiano Ronaldo consiguió su quinto hat-trick esta temporada (para los que estaban preocupados por su estado anímico y que el pobre no marcaba goles…), Benzema hizo dos (fue el que abrió la lata con un golazo con el exterior), y Di María y Marcelo, uno cada uno.

Lo que a lo mejor sí es nuevo para algunos es que de esta manera el Real Madrid ha vuelto a encontrar su juego, y ya lleva 20 victorias consecutivas en casa. Y Cristiano Ronaldo vuelve a ser pichichi de esta Liga, con 28 dianas. Y Özil y Di María volvieron a hacer un partidazo. Y hasta Canales, que sólo jugó media hora, se salió, y casi logra su tanto, aunque medio gol del tercero del luso fue de él, por su gran asistencia.

Lo peor, que el tercer gol de Cristiano vino con lesión. Teniendo en cuenta que es el único jugador de campo que ha disputado todos los minutos de la Liga, menos los diez últimos de ayer, su cuerpo, en concreto su femoral izquierdo, dijo hasta aquí. A menos sólo serán de 10 a 15 días, y para la vuelta de Champions estará listo. Aunque este tío es capaz de recuperarse en tiempo récord, y seguro que esta vez también lo hará.

Por quien lo siento es por Pellegrini, creo que no merecía tal goleada. Aunque he de decir que me sorprendieron las palabras del chileno en rueda de prensa después del partido. De hecho, me llevó a preguntarme si el viernes en Málaga no estarían mosqueados porque el técnico dijo literalmente: “No veníamos con la intención de disputar los puntos. Era un mero trámite”. ¡Qué manera de tirar el partido antes de jugarlo! Si eso lo llega a decir Mourinho, hoy en Málaga estarían recogiendo firmas para largarle del país, porque si tras decir que si le echaran del Madrid no entrenaría al equipo andaluz se le subieron encima, imagínense si dice tal cosa.

En definitiva, que Cristiano Ronaldo, Di María, Marcelo y Benzema fueron el jueves el séptimo de caballería que necesitaba el Madrid, que requería Mourinho. Llegaron al rescate del equipo, aparecieron cuando más se les necesitaba para dar tres puntos valiosos al conjunto blanco, para seguir respirando. Ahora sólo toca esperar que sigan haciendo lo mismo en lo que resta de Liga y que al Barça también le llegue su momento de bajar la guardia, de pinchar. ¡De ilusiones se vive!

jueves, 3 de marzo de 2011

Argentina 78: fútbol en el césped, terrorismo en las calles

“25 millones de argentinos jugaremos el Mundial”. Así rezaba una de las canciones que animaron la Copa del Mundo de fútbol de 1978, celebrada en Argentina.

Después de 16 años, el Mundial volvía a Sudamérica, pero el foco de interés internacional no estaba tanto en el campo como en la situación política del país del tango: la violencia era creciente, las actuaciones terroristas de Estado se multiplicaban, así como las desapariciones y las torturas, y las organizaciones guerrilleras cada vez tomaban más fuerza.

En 1974, el Gobierno de Perón dejaba la organización del Mundial en manos del Ministerio de Bienestar Social, para lo que se creó la Comisión de Apoyo al Mundial, llamada Ente Autárquico Mundial’78 (EAM). Y, desde 1976, Argentina estaba inmersa en una dictadura cívico-militar, encabezada por la Junta de Comandantes del Ejército, la Marina y Aviación, que asumió la represión como método de gobierno. Y, mientras, la Asociación de Futbolistas Argentinos (AFA) era un mero asesor del EAM.

Los exiliados argentinos en Europa encabezaron un boicot contra la organización del evento por violar los Derechos Humanos. Mientras que la junta militar lo consideraba una campaña anti-argentina realizada por el terrorismo. Incluso se llegó a acusar a algunos jugadores de sumarse a la campaña para denunciar acciones de la dictadura militar, renunciando a participar en el torneo. Pero esto nunca se demostró.

Muchos países temían por su seguridad, pero ninguna selección se retiró del Mundial: la junta garantizó que no habría violencia durante el torneo. De hecho, el capitán alemán Berti Vogts declaró, después de la Copa del Mundo, que “nunca vio ningún signo de que Argentina fuera gobernada por la dictadura, porque el torneo se disputó sin un incidente violento grave”.

Y, mientras, el Mundial se disputaba entre Buenos Aires, Mar de Plata, Córdoba y Mendoza. Y Gauchito era la imagen de la Argentina más futbolística. Y el Adidas Tango, el balón que todo niño quería en 1978. Y el 25 de junio, en el césped, se echaba de menos a Johann Cruyff y a Diego Armando Maradona…


Pero Argentina ganó el Mundial, su Mundial, ante Holanda, con un Mario Kempes como máximo goleador de la competición, y que, además, dio uno de los goles de la prórroga.

Y, al final, la canción del Mundial no se equivocaba, a menos en el césped: “…Vibrar, soñar, luchar, triunfar. Luciendo siempre sobre la ambición y la ansiedad, temple y dignidad. Jugar en limpia competencia hasta el final. Brindar a todos nuestra enseña grande y fraternal. Azul y blanca celestial…”.

martes, 1 de marzo de 2011

Un ídolo en Berlín, un negro en Estados Unidos

¿Qué tienen en común un premio, una calle y un museo? Jesse Owens. Todos están dedicados al atleta negro de las cuatro medallas de oro en las Olimpiadas de Hitler. Sí, aquel que fue ovacionado por las 110.000 personas que presenciaron sus récords en el Estadio Olímpico de Berlín. Y aquel que al llegar a su país, Estados Unidos, no fue recibido como un gran atleta, sino como un negro más.

Jesse Owens, que nació el 12 de septiembre de 1913, trabajaba recolectando algodón hasta que su familia se trasladó a Ohio. Como sus compañeros de colegio no querían jugar con él, este nieto de esclavo se dedicaba a dar vueltas al campo de béisbol. Fue su profesor de gimnasia, Charles Ripley, el primero que, al verle correr, predijo que sería el mejor atleta del mundo.

Owens, grande en menos de una hora

Con 15 años comienza su carrera en el atletismo. Pero será en 1935 cuando consiga su primera gran proeza: hacerse con cuatro récords mundiales en sólo 45 minutos. Fue durante una competición en Michigan, lo logró con dolor de espalda y descansando de 9 a 15 minutos entre récord y récord: 100 metros lisos en 9,4 segundos; salto en 8,13; 220 yardas en 20,3; y 220 yardas vallas en 22,6.

Ésta no iba a ser su única hazaña, aunque gracias a ella Owens ganaba el sobrenombre de ‘El antílope de ébano’, y entraba en el equipo estadounidense de atletismo para los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.

Un ídolo en Berlín

El equipo de atletismo de EEUU estaba compuesto por 66 atletas, 10 de ellos negros. El Comité Olímpico retiró a Glickman y Stoller, dos judíos, y puso a Owens y otro afroamericano para no ofender a los nazis. Finalmente ganaron 11 medallas, 6 de ellas conseguidas por atletas negros.

Pero estos Juegos se recordarán por Jesse Owens, ya que fue el primer estadounidense en ganar cuatro medallas de oro en las mismas Olimpiadas, batiendo, además, cuatro récords mundiales: 100 y 200 metros lisos, carrera de relevos de 4x100 y salto. Una proeza que sólo fue capaz de repetir Carl Lewis en 1984.


Desde la primera prueba que disputó Owens, el pueblo alemán se volcó con él. Las 110.000 personas presentes en el Estadio Olímpico le aclamaban, inclusive en la prueba de salto, pese a que se disputaba el oro con el alemán Lutz Long. Después de la victoria Owens dijo que había ganado gracias a los consejos de su competidor nazi.

Las dos versiones sobre Hitler

La primera dice que Hitler, como pretendía demostrar la superioridad aria, festejaba sólo los logros de los atletas blancos, pero el Comité Olímpico Internacional (COI) le aconsejó que aplaudiera a todos o a nadie, y él dejó de hacerlo y abandonó el estadio por no estrechar la mano de Owens tras la entrega de su cuarta medalla de oro.

Y la segunda versión, según KC Duncan, secretario general de la Asociación Olímpica Británica, Henry Baillet-Latour, del COI, solicitó a Hitler que no saludara a los vencedores. Esto ocurrió antes de que Jesse Owens se llevara el oro en salto, y, a partir de ahí, no hubo más saludos.

Y el tetracampeón olímpico también tenía su versión: “Cuando pasé frente al palco de Hitler, se levantó y me saludó con la mano y yo le devolví el gesto. Los reporteros fueron los que tuvieron el mal gusto de criticar al hombre del momento en Alemania”.

Un negro más en Estados Unidos

Durante su estancia en Alemania, a Owens se le permitió viajar y hospedarse en los mismos hoteles que los blancos, algo que en Estados Unidos no estaba permitido. Y no volvió como un héroe nacional: no pudo viajar en la parte delantera del autobús; tenía que comer en restaurantes para negros, utilizar las puertas de servicio para acceder a los hoteles, e ingeniárselas para seguir sacando adelante a su familia, trabajando como botones y siendo corredor por alquiler -contra caballos y motocicletas-.

Y si Hitler no le estrechó la mano, el presidente Roosevelt ni siquiera le invitó a la Casa Blanca, porque no quería perder votos. “Recibí una felicitación del Gobierno alemán, pero fue Roosevelt quien me trató con brusquedad. En la Alemania de Hitler fui tratado con más respeto que en mi propio país”, confesó Owens en su autobiografía (‘The Jesse Owens Story’, de 1970).

Tuvieron que pasar los años

Pero como finalmente el tiempo pone a cada uno en su lugar, en 1956 Owens fue representante de Eisenhower en los JJOO de Australia. Gerald Ford le concedió en 1976 la Medalla de la Libertad, y en 1979 Carter le entregó el Premio Leyenda Viviente.

En 1981, la USTAF, máximo organismo del atletismo en EEUU, comenzó a otorgar el ‘Premio Jesse Owens’ al atleta estadounidense con mejor desempeño en una temporada. Además, en el mundo se conocen dos calles que llevan su nombre, una en Costa de Marfil, y la otra, desde 1984, en Berlín, que es una de las vías que conduce al Estadio Olímpico. Y en 1996 se inaugura en Alabama el ‘Jesse Owens Memorial’, un parque que incluye un museo en el que están sus medallas y tiene un mini-teatro donde se representa su proeza en las Olimpiadas de Berlín…

Ésa que sólo fue reconocida en la Alemania nazi, pero no en el país que le vio nacer.